¿Inversión en arte o en vino?

Según el informe The Wealth Report 2018, elaborado por la consultora Knight Frank, en el último año, la única inversión que superó a la que los inversores hicieron en vino fue el dinero invertido en arte.

La razón rpincipal radica en que durante el pasado año se vendieron dos obras de arte que superaron los 490 millones de euros.

En la última década, el incremento de la inversión en vino ha sido del 192%, mientras que la realizada en obras de arte ha sido del 78%, ambas superadas por la de coches de lujo (334%).

Sin duda, el vino ha sido siempre un gran objeto para coleccionistas de alta gama. Ejemplo de ello lo encontramos por ejemplo en una botella de whisky destilada en 1926 y embotallada en 1986 que fue vendida en una subasta por 958.000 euros.

También hemos sido testigos de subastas de un perfume por 130.000 euros. Ésto significa que nos encontramos con coleccinistas dispuesto a pagar elevadas cantidades por todo tipo de productos y no solo por el arte con el fin de buscar una inversión segura, diversificar su cartera de inversiones y demostrar su estatus económico.

El motivo de este tipo de compras se puede deber a diversos factores: por su función sensorial, porque nos gusta o nos satisface. En este caso tendremos en cuenta el precio del producto para adquirirlo o no. Y por último, podemos comprar algo por su carga vivencial y simbólica.

La cuestión es que sobre los productos funcionales hay mucha demanda, pero también mucha oferta, sobre los sensoriales hay menos, por eso hay determinados productos que pueden llegar a esas grandes cifras.

Entre los perfiles principales de este tipo de compradores nos encontramos con profesionales que buscan una inversión sin ningún apego emocional y aquellos que buscan piezas exclusivas de coleccionista y con carga sentimental.

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